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EL PINACATE: VOLCANES DORMIDOS QUE ENTRENARON ASTRONAUTAS Y RESGUARDAN TESOROS DEL DESIERTO

  • Roberto Quintero M.
  • 25 ago
  • 2 Min. de lectura

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Hermosillo, Sonora.-

La Reserva de la Biósfera El Pinacate y Gran Desierto de Altar, ubicada en Sonora, es uno de los escenarios naturales más sorprendentes de México, reconocida a nivel mundial por su belleza, historia geológica y valor científico.

 

Con más de 7 mil kilómetros cuadrados de extensión, esta región alberga al menos diez cráteres gigantes formados por intensas erupciones volcánicas ocurridas hace más de 4 millones de años. La última actividad registrada se remonta a más de 11 mil años, lo que convierte a estos volcanes en auténticos colosos dormidos.

 

Campo de entrenamiento lunar

El Pinacate no solo deslumbra por su singular paisaje volcánico. Entre 1965 y 1970, la NASA seleccionó esta zona para entrenar a los astronautas del programa Apolo, debido a su enorme similitud con la superficie lunar. Esta característica lo hace único en el mundo y le otorgó, en 2013, la categoría de Patrimonio Mundial por la Unesco.

 

Entre sus formaciones más icónicas se encuentra el cráter El Elegante, de 1.6 kilómetros de diámetro y 244 metros de profundidad, y el Cerro Colorado, cuyo cráter supera el kilómetro de extensión. Ambos son puntos de referencia para investigadores, fotógrafos y amantes de la naturaleza.

 

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Refugio de vida silvestre

Además de su riqueza geológica, El Pinacate es hogar de especies emblemáticas como zorros, pumas, aves del desierto y el berrendo sonorense, uno de los animales más veloces del planeta y que actualmente se encuentra en peligro de extinción.

 

El área enfrenta condiciones extremas, con temperaturas que pueden superar los 45 °C y ausencia de caminos cercanos, por lo que expertos recomiendan explorarla únicamente con guías especializados.

 

Aventura bajo las estrellas

Para los más intrépidos, la reserva ofrece la posibilidad de acampar en zonas autorizadas, donde el cielo despejado permite disfrutar de espectaculares noches estrelladas en medio de sahuaros, los gigantes cactus que son símbolo del desierto sonorense.

 

El Pinacate es, en suma, un lugar donde la ciencia, la naturaleza y la aventura se entrelazan, consolidándolo como uno de los paisajes más impresionantes y enigmáticos de México.

 

 
 
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